Suelo visitar y leer muchos foros, blogs y páginas
dedicadas a los juegos de mesa. Uno de los sitios que más visito (aunque reconozco
que mi participación es nula) es la BSK, la mayor comunidad de fans de los juegos
de mesa en España. Antes de nada, quiero señalar (para aquellas mentes obtusas que
no ven más allá de lo obvio) que la intención de este artículo no es atacar a
la BSK, ni decirle a su administrador cómo se han de hacer las cosas (eso ya lo
han hecho otros, sin tener en cuenta que el señor Wkr ya tiene una edad como
para vestir pantalón largo). La razón de que me centre en este foro es que es
el ejemplo más claro de una realidad que muchos se empeñan en no ver.
Y es que la BSK, como todas las
familias, tiene sus ovejas negras. No quiero meter a todo el mundo en el mismo
saco, porque aquí hay de todo, como en botica; pero es que cada vez es más difícil
no tener en cuenta que los borregos de turno no son la totalidad de esta
comunidad.
Hace un par de días, el propio Wkr escribía en su blog: “Según un estudio psicológico de la Universidad de Massachussets cada uno de nosotros miente unas tres veces cada diez minutos. Si esto lo extrapolamos al universo lúdico, creo que el porcentaje aumenta”. Esta reflexión, al margen de la riada de comentarios que ha provocado el resto del artículo (y creo que con razón), bien puede explicar algunas de las barrabasadas que leo en la BSK. Porque ¿Cómo se explica que una comunidad que en teoría defiende el valor de los juegos de mesa a capa y espada no sólo no apoye a la industria que hay detrás de éstos, sino que la critique de una manera tan fiera (y a veces sin fundamento) o incluso intente torpedearla? Es una pregunta que me ronda la cabeza desde hace mucho tiempo, y que he comentado con bastante gente del sector. Ninguno (hasta la fecha) ha sabido darme una razón.
En la actualidad hay al menos 11
tiendas colaborando o patrocinando la BSK. Tiendas que tienen que leer hilos acerca
de compras masivas en el extranjero para ahorrarse dos cochinas perras; ideas
de cómo crear un grupo de compra para pasar por encima de las tiendas; malas
críticas por auténticas sandeces; o incluso, como me han llegado a comentar en
alguna ocasión, criticar a una tienda que salda sus productos por cierre, por
no bajar los precios más.
Y eso en lo tocante a las
tiendas; no hablemos de las editoriales, esas fábricas de hacer dinero que
solamente existen para adueñarse de nuestras almas. Los responsables de las editoriales ya
no hacen casi acto de presencia por la mayor comunidad de juegos de mesa de
España. Qué raro,¿no? A lo mejor es que se han cansado de la crítica gratuita, o de que se les dé para el pelo cada vez que asoman la cabeza. Amén de otras
actividades igualmente saludables para el mercado lúdico, como los famosos rediseños... ¿12 rediseños para
Love Letter, incluyendo uno con las
imágenes originales? Vaya, que raro... quizás soy un malpensado, quizás no tenga nada que ver con los 10€ que cuestan las 9 cartas del juego...
Lo malo de un foro como
la BSK es que es tan abierto, que cualquiera puede entrar, incluso aquellos que se creen su gran mentira y pregonan a los cuatro vientos su labor como evangelizadores lúdicos, y lo mucho que les debe esta industria a ellos por su labor (¿?).Y lo que es peor, que lejos de que se
trate de acallar los balidos de estas ovejas negras, los auténticos fans de los
juegos de mesa se mantienen al margen; la vieja guardia, cansada ya de librar
continuamente la misma batalla, va dejando poco a poco de participar, en una
lenta y silenciosa retirada.
Al mercado lúdico español aún le
queda mucho camino por delante, pero antes tendremos que desprendernos de estos
parásitos lúdicos (R.A.E: Biol. Dicho
de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie,
alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo) que impiden que boguemos
todos en la misma dirección.