Estimado Sr. Dior,
Me llamo Delany y me apasiona el mundo de la moda. Movida por mi serie de referencia, “Sex & the City”, hace ya un tiempo que decidí abrir un foro dedicado al mundo del diseño, donde muestro mis conjuntos y doy consejos de belleza.
Le envío este correo porque, ya que la mitad de mi vestidor está ocupado por ropa diseñada por usted (o su equipo), creo que sería justo que firmáramos un acuerdo de colaboración, ya que en estos momentos, además de pagar la ropa, hago publicidad gratuita de su marca (y sin contar los gastos derivados del almacenaje de todas estas prendas).
Por ello, creo que podría ser interesante que me enviara de vez en cuando algunos de sus productos, para que yo pueda publicitarlos, no solamente exhibiéndolos los fines de semana, sino que hablaría de ellos en mi blog. No haría falta que dichas prendas fueran de la última temporada, aunque esto ayudaría a la difusión de su marca (ya que si es ropa de temporada, probablemente tenga que compartirla con mis amigas, lo cual aumentaría exponencialmente el radio de acción de la campaña).
En espera de una respuesta, reciba un cordial saludo
Delany
En estos tiempos convulsos, parece que no tengas nada que decir a menos que lo hagas en un blog (que suena como algo muy cool y de modernos, pero que no deja de ser un diario, como el que escondía tu hermanita debajo de la cama).
Antes de seguir, ahí va una nota para cabezones: ésto no es un ataque hacia las bitácoras digitales (sería absurdo hacerlo desde un blog), sino una crítica hacia la actitud de algunos bloggers que se creen que cuando te registras en Blogger, Wordpress o similar, te mandan a casa una licenciatura en periodismo, un Pulitzer y un Príncipe de Asturias de las Letras (o ya puestos a elegir, que sea mejor el de la Concordia, porque tu labor de divulgación es por el bien de la humanidad… di que sí, figura).
Redes sociales, blogs, plataformas de microblogging… la revolución mediática ha llegado al mundo lúdico, y piensa quedarse: lo malo es que esta moda parece haber hecho mella en algunos egos mal entendidos. Y la consecuencia de ésto es que algunos blogs de los buenos (de esos que generan contenido de calidad, que realmente hacen una labor de divulgación, de crítica, o que simplemente aportan algo), pasan desapercibidos, empequeñecidos por otros que, bajo el pretexto de los juegos de mesa, dedican líneas y líneas a la autocomplacencia, a ver este mundillo de los juegos de mesa como una región ombligocéntrica del universo, donde ya no se distingue entre “lo que me gusta” y “lo que es bueno”; donde la función crítica se ha transformado en un ejercicio de lameculismo o destripe, sin término medio; donde lo que cuenta es que el mundo escuche mis exigencias y me ría las gracias. Duchos en la materia lúdica que siempre tienen que opinar, aunque ello signifique comportarse como niños enrabietados del ciberespacio.
Que estos Homo umbilicus existan no es malo en sí mismo, ya que tiene que haber de todo en la villa del Señor; lo que sí es dañino es que el mensaje de estos “iluminados” van contaminando poco a poco la llamada blogosfera. Y es que éste es el mal endémico de la raza humana: dos es compañía, tres multitud y más una turba más o menos imbécil (1. adj. Alelado, escaso de razón).
Hilando un poco este tema con el del artículo anterior, parece que ya no es suficiente con agruparnos para conseguir más, sino que ahora además exigimos lo mismo en solitario, en muchos casos además reclamando una recompensa por un trabajo que nadie ha pedido que se haga.
Pero es que, alucina vecina, que aún hay más. Porque si de un individuo se puede evolucionar a una asociación, un blogger se puede metamorfosear en una comunidad de bloggers… La idea que parece que ha revolucionado últimamente el mundo bloguero es la de aglutinar, formar un “algo” conjunto, un territorio lúdico… que así de buenas a primeras parece algo razonable, razonado, plausible y digno de apoyo… si no fuera porque el enemigo está en casa. Y es que como cualquier intento del pasado, el Homo umbilicus será el que termine dibujando los planos de este nuevo espacio, comenzando la casa por el tejado a golpe de Crayón.
Pero este es otro tema que analizaremos en el próximo capítulo.